Muchos adultos desarrollamos hábitos consistentes en relación a ciertos aspectos de nuestra rutina diaria (comer siempre sobre la misma hora, despertarse y hora de dormir). En ocasiones estos hábitos están influenciados por hormonas y el ritmo circadiano (ver).
Para los bebés, tener una rutina y ciertos hábitos puede ser beneficioso ya que les aporta previsibilidad y así los padres también pueden estructurar el día de forma más sencilla. Un bebé menor de 5 meses difícilmente va a poder seguir una rutina o ciertos hábitos de sueño porque a nivel de desarrollo no está preparado todavía; al principio todo es caótico y se rige por la alimentación y sueño. Cuando el bebé cumple los 6 meses y se comienza a introducir la alimentación complementaria, suele ser un buen momento para establecer que esas comidas ocurran siempre sobre la misma hora, pudiendo comenzar a estructurar también los momentos de sueño (siestas y hora de acostarse y levantarse).